Las universidades para mayores fueron su oportunidad para comenzar una nueva vida.
Hay que “desterrar la idea”: las universidades para mayores “no son una especie de punto de encuentro de viejitos enfermos”. Nada tienen que ver con esa imagen estereotipada. Ellos no van a las aulas para simplemente pasar el tiempo “haciendo cuatro cosas”. Nada más lejos, porque quienes se apuntan a estos centros acuden con ansia de conocimiento, con férrea voluntad y profundamente implicados en absorber cada instante. Todo ello, pese a que “en muchos casos”, estos alumnos “saben incluso más que el profesor”. Pero no importa, porque incluso en ello está la riqueza para ambos. Alumnos y profesores se retroalimentan. Comparten experiencias y la pasión por aprender. Porque, efectivamente, “a veces aprende más el profesor del alumno que viceversa”, pero todos ganan; “cada uno aporta”.
Así lo explica Angelo Valastro, director de la Universidad de Mayores de la Universidad Pontificia Comillas, quien ha contado a Informativos Telecinco cómo son estas universidades, qué significan para las personas que llegan a ella, qué beneficios les aporta y cómo son como estudiantes.
El comienzo de una vida nueva
Para los alumnos, llegar a estas universidades “es una especie de comienzo de una vida nueva, no porque no hicieran nada antes, –porque muchos aún son profesionales y algunos todavía en activo, y muchos de nivel alto, con responsabilidades en empresas etc. –, sino porque a todo esto que han hecho o están haciendo se les suma una cantidad de cosas que si quieren es inasumible”. A sus vidas incorporan una nueva actividad que, además, no se reduce exclusivamente al estudio en las aulas, porque también realizan viajes, excursiones, asisten a eventos culturales etc. Es decir, sus vidas experimentan un cambio “activo o todavía más activo, hasta los límites que pongan ellos”, como indica Angelo Valastro.